Desde un concluso verano
hasta esta primavera
tardía de verde y fría
nos llega un lamento en flama
porque unos cerros se abrasan
En el camino “la Pólvora”
y la “Cuesta Colorada”
un viento con demasiada prisa
revolotea unas llamas
que aciagas de realismo
materializan sus nombres
y voraces los demandan
Y le lloran la bahía
y las calles empinadas
ebrias de brea y salitre
los azules y amarillos
los rojos y anaranjados
y los verdes de Neruda
que son de ceniza y lágrimas
Nos duelen los doce barrios
quince “valpos” que se han ido
miles de hogares pictóricos
muy de peña, comunales
de una tierra agónica y escaldada
nos duelen…
nos duele Valparaíso
Y un sempiterno Gabriel
que ha dicho adiós a la vida
Adiós casi el mismo día
que una exhausta bocanada
perseverante y bizarra
de unos aljibes certeros
con manos a granel y sabios
extinguen la lenta agonía
ungiéndote con su savia
Como el sentir de “Gitano”
pues como el hambre te amarras”
“Verde, que te quiero verde”
muy verde de valle “chango”
así mismo te querría
Neftalí de Basoalto
allá desde una casa-barco
de nombre “La Sebastiana”
verde para sus ventanas
que por ti parten su vidrios
como otros se parten la espalda…
A todos se nos antoja por ti partirse una lanza